Desde muy pequeña, me encontraba a menudo observando a las personas a mi alrededor, ya fuera caminando por la calle o sentada en el metro, preguntándome: ¿Qué historia habrá detrás de esta persona?

Esa curiosidad genuina y el deseo de comprender a los demás me han acompañado desde que tengo uso de razón. Me inspira escuchar las historias de cada persona, comprender qué las ha llevado a ser quienes son y acompañarlas en los desafíos que enfrentan.

Ser psicóloga me permite hacer justamente eso: ofrecer un espacio seguro donde cada persona pueda explorar su historia, vincularse con su deseo y construir una vida con más sentido y menos sufrimiento.

Mi trabajo me brinda la oportunidad de acompañar a otros en su proceso de autoconocimiento y crecimiento personal. Cada vez que una persona se abre a explorar sus pensamientos, emociones y pasado, siento que estoy formando parte de un viaje transformador.

Ver cómo cada individuo descubre nuevas perspectivas sobre sí mismo y encuentra las herramientas para afrontar sus desafíos es un proceso que considero profundamente gratificante. Me emociona ser testigo de su evolución y de cómo logran alcanzar un mayor bienestar y una vida con más sentido, lo que refuerza mi compromiso y pasión por la psicología.